11/1/10

El escritor periodista y el periodista escritor

El mítico paradigma de la objetividad ha hecho más daño de lo que parece. La obsesión de los medios de comunicación por aparentar imparcialidad ha convertido al discurso periodístico en algo insípido e inapetente. Hay que buscar en los documentales, en reportajes muy concretos, en las páginas de opinión o en programas radiofónicos específicos para encontrar tinturas literarias. La noticia no tiene por qué ser una monserga, puede contar la misma realidad valiéndose de las técnicas literarias, del color y del fundamento artístico. La atención, la curiosidad del lector también se puede despertar a través del periodismo literario. La metáfora, la antítesis, la epífrasis, la personificación o cualquiera de las recursos retóricos no vendrían a enturbiar la veracidad de la noticia sino a enriquecer la narración. Por lástima, el tiempo y las exigencias actuales de las empresas periodísticas ahogan cualquier intento de creatividad.
La mezcla periodismo - literatura ha sido motivo de grandes discusiones entre teóricos. Aquí os dejo unas palabras de Martín Vivaldi para que cada cual adopte la actitud crítica que estime más oportuna.


El literato, el artista creador, puede deformar la realidad exagerándola (en toda creación hay hipérbole). El lector puede pasar de la realidad a la fantasía, yéndose más allá o quedándose más acá del mundo circundante. En cuanto a la creación periodística, se establece como regla general que lo que mueve a la sociedad de hoy es la necesidad de transmitir un conocimiento integral, formativo y a veces de entretenimiento. El periodismo, aún el más profundo y revelador, tiene que someterse a la realidad con la mayor honradez y objetividad. "La literatura, la creación literaria, es un lujo, el periodismo es una necesidad"

Un poco de cine y periodismo

Ha pasado a la historia como uno de los filmes más hermosos del cine. Así lo consideran, desde hace más de 50 años, los críticos de todo el mundo. Con Ciudadano Kane nació un clásico. Fue Orson Welles quien, tras las cámaras, dio vida a una película que rompería con los esquemas cinematográficos de la tradición hollywoodiense. La carrera de Welles como realizador comenzaría en 1940 y aunque su obra sólo cuenta con doce largometrajes en más de treinta años, aún se mantiene vivo en los cineastas aquel genio creativo que revolucionó al público americano.

Asistimos a una época donde los medios de comunicación se levantan como imperios, años de los grandes diarios sensacionalistas, de los primeros magnates de la prensa y de aquellos reporteros con bayoneta y cuaderno en mano. Ciudadano Kane reconstruyó, a través de un insólito relato fílmico, la vida de Charles Foster Kane, un prócer del mundo de la comunicacion. El joven Welles quiso reflejar en esta historia al polémico personaje William Radolph Hearst y junto a él desvelar los entresijos de la empresa informativa en un contexto en el que los diarios consiguieron por primera vez tiradas millonarias. Hearst se convirtió en el más influyente empresario de medios en Estados Unidos y una de las figuras más controvertidas dentro de la profesión. Demostró que en el mar de los negocios, el dinero sí puede comprarlo y disimularlo todo, incluso la impericia. Esto es lo que revistas como New Yorker sentenciaron a propósito de la mayor contribución de Hearst: “demostrar que un hombre sin experiencia previa en la edición de periódicos podía, empleando el dinero como si fuera una porra bien gruesa, hacer lo que deseara en el mundo del periodismo, excepto allí donde una riqueza comparable se enfrentara con él”.

La forma del relato de la película y la utlización excepcional de la profundidad de campo restó, en cierta manera, importancia a un guión que se mueve en una etapa inquietante del periodismo. Aquí lo hemos querido rescatar para descubrir lo que se esconde detrás de Ciudadao Kane, esa etapa en la que la radio y los diarios fueron verdaderas máquinas de hacer dinero.



Cinco años para comprender a las 6W

Qué periodista no conoce a las famosas 6W o a la Teoría de la Pirámide invertida. Los que estudiamos Periodismo salimos de clase saciados de la jerarquización de la información, empachados de tanta teoría y ansiosos por escribir algo que realmente merezca la pena. En primero de carrera nos enseñan a escribir entradillas, a diferenciar los géneros periodísticos y a distinguir tipos de titulares, en segundo más de lo mismo y así hasta quinto.Hago recuento de las asignaturas que realmente han valido la pena y no me dan para rellenar casi un curso completo.


Me gustaría ser optimista pero muchos salimos con la sensación de que no hemos aprendido absolutamente nada útil. Nos lanzamos a la selva periodística desnudos y aún sin cuajar. Quizá esperamos recibir demasiado. Lo único que vale su peso en oro es la posibilidad de realizar prácticas en empresa. Es duro, sí. Lo normal es que abusen del becario, que lo mangonen y exploten más de lo que debieran, que lo estrujen hasta sacarle la última gota de jugo. Pero sólo en ese exprimidor es donde podemos despertar. Ahora que las puertas de la facultad se cierran para despedir a una generación de comunicadores, que salimos a torear y no a ver a los toros desde las gradas, echamos en falta asignaturas más serias. Siempre nos quedará aprender de la experiencia.

Los periodistas ya no leen periódicos

Hace varias semanas lanzaron en clase una pregunta. Mejor empezar matizando. Hace varias semanas, lanzaron en la clase de 5º de una carrera denominada Ciencias de la Información, más conocida por todos como Periodismo, la siguiente cuestión. ¿Cuántos de los aquí presentes leen el periódico habitualmente?, en ese instante unas noventa cabezas se agitaron en busca de salvadores. Nunca antes la verguenza ajena fue tan evidente. Escasamente vi levantarse cinco manos, a lo sumo unas seis. No olvidaré jamás la carita que puso la valiente que formuló la pregunta. Desde entonces, intento buscarle una explicación al patético suceso, no sé si por saciar un poco mi curiosidad o porque había llegado la hora de, seamos sinceros, autoanalizarme. Encuentro algunas explicaciones, pero ninguna que justifique que casi una centena de futuros periodistas no lean con asiduidad (y sin ella) el periódico.
Es cierto que actualmente la tinta y el papel como medios informativos es un lujo que acompaña al sosegado café matinal. Los que leen diariamente el periódico lo hacen, al menos, por alguna de estas tres razones. Uno; afinidad por algún medio (ideología) o periodista. Dos; por una actitud costumbrista. O tres; demasiado tiempo libre. De acuerdo, también hay a quien le gusta estar informado. Si dijera que los que estuvieron en clase aquel día no leen porque carecen de las tres razones anteriores, mentiría. Pero también lo haría si digo lo contrario. Una parte de los que estaban sentados y avergonzados simplemente no cogen un periódico porque se aburren, porque odian los teletipos y las noticias manoseadas, otros porque nunca fueron educados en ese hábito o porque verdaderamente no tienen tiempo. Así, opino que existe una mezcolanza particular.
No es tan grave, leer el periódico todos los días no te asegura ser un estupendo profesional. Existen otros medios para informarse y para formarse; los libros, las revistas, Internet, la televisión, los viajes, las amistades, los conocidos y los anónimos. Hay quien no le interesa en absoluto las portadas del día pero es un amante de la cámara, un apasionado de la radio o un enardecido de la literatura. No es motivo para alardear, y menos aún cuando mucho de nosotros terminaremos creando esas mismas lineas de las que hoy renegamos. Sin embargo, tampoco debe suponer un pecado para quien realmente ama a su profesión en cualquiera de sus facetas.

Lo que nos espera....

El video, aunque es un anuncio del diario latino Últimas Noticias, da mucho que pensar. Pura métafora del mundo periodístico. ¿Cuántos de nosotros acabaremos siendo tentados por los pecados de la profesión?.


8/1/10

De política y periodismo


En una ocasión Edmund Burke dijo de la prensa que era el cuarto poder, sus palabras se limitaron a reflejar la gran influencia que ésta tenía en los años previos a la Revolución Francesa. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, sin embargo, el poder del ya consolidado periodismo sigue haciendo surcos. La vinculación del conjunto de los medios de comunicación con la política es, para bien y para mal, una realidad. Para mal, porque los intereses políticos rompen y contaminan, más de lo que deben, la pluma del profesional. Para bien, porque en este mundo de camarillas falsarios, se hace necesario la existencia de instrumentos capaces de denunciar los abusos y de reflejar el contexto sociopolítico del momento.

En la relación periodismo-política, se encuentra el argumento de innumerables proyectos cinematográficos como por ejemplo; Todos los hombres del presidente, Frost/ Nixon o La sombra del poder, última película que se estrenó con esta temática. El director del filme, Kevin Macdonald se basó en una miniserie de la BBC y en ella quiso plasmar, una vez más, los atolladeros políticos y corporativos, enredos esclarecidos por periodistas que parecen asumir más bien una labor policial. En la película pudimos ver a una empresa informativa que como las de hoy, intenta sobrevivir entre competidores irrefrenables que buscan a un mismo público y en donde la lealtad a los lectores suele peligrar cuando la empresa se ve amenazada. Otro aspecto que Macdonald refleja a la perfección es la importancia que tienen las fuentes para un periodista. Sin ellas, los escándalos, los complots y la gran mayoría de los abusos jamás pasarían por la rotativa. En el filme, como en la vida real, tampoco faltan los dilemas morales enmarcados dentro del negocio informativo, donde la responsabilidad del informador y la presión del contexto empresarial, se pesan en la misma balanza.

Queda demostrado que la prensa es un arma de doble filo, un instrumento que sigue siendo temido por unos y ansiado por otros. Mi pluma lo mató es la sentencia que Juan Montalvo pronunció cuando se enteró del asesinato del político ecuatoriano García Moreno. Sus palabras no podrían definir mejor el poder de los medios de comunicación. Sin lugar a dudas, la empresa informativa es actualmente víctima y verdugo de un juego en el que participamos todos. Encontrar el equilibrio entre esa dualidad del periodismo: negocio- responsabilidad social, es quizá una de las tareas pendientes más difíciles del actual profesional de la comunicación.

7/1/10

Héroes del periodismo


Qué sería hoy de la historia del periodismo sin esos héroes de la profesión que marcaron un antes y un después en la vida de los medios de comunicación. Son héroes del periodismo todos aquellos que con su labor contribuyeron o contribuyen a que esta profesión no pierda su esencia, son los que sin ser ajenos a las influencias externas o internas que caracterizan cualquier entorno, nunca olvidan su compromiso con la sociedad.

Edward R. Murrow se convirtió en uno de ellos. Su actuación dentro del mundo de la comunicación audiovisual ayudó a que el periodismo de los años 50 en EEUU, país de referencia en el desarrollo de la sociedad mediática, fuera recordado por todas las generaciones posteriores con especial nostalgia. Gran orador, daba a sus palabras la fuerza y la convicción propias de un hombre amante de los ideales democráticos y de un profesional consciente de sus responsabilidades. De la mano de Murrow y gracias al programa “See it now”, primer magacín informativo que emitía la CBS, el periodismo televisivo comenzó a dar sus primeros pasos. Fue en este programa donde regalaría a su audiencia intensos y siempre consecuentes análisis socio-políticos envueltos entre las capas de humo de su cigarro. Con “See it now “, pasaría a ser recordado como uno más de los periodistas legendarios de la profesión. Preocupado por ilustrar a la audiencia y convencido de que la televisión servía para algo más que entretener, empleó al nuevo medio para enfrentarse al Senador Joseph P. McCarthy y a su “caza de brujas”.

“Buenas noches y buena suerte” conmemora a este personaje. Es una película que nos devuelve a los años en blanco y negro, donde la televisión aún conservaba cierto carácter autónomo y los periodistas se mantenían firmes a su posición como contrapoder. Hoy las cosas han cambiado demasiado, el negocio y la ideologías políticas han salpicado en exceso a un gremio que actualmente se encuentra desprestigiado. Sin embargo, pese a quien le pese, siempre existirán héroes del periodismo cuya trayectoria nos recordará que todavía merece la pena seguir luchando en este trabajo.