11/4/11

El réquiem de Narciso.

No recuerdo el día en el que fallecí. Sólo sé que masticaba una acerba mezcolanza de dejadez y agotamiento. Las personas que estuvieron en mi entierro balbuceaban la causa de mi muerte, “le han roto el corazón”, decían. Lo cierto es que empeoré demasiado cuando presentí los desaires de su mirada. Desde entonces, aunque sólo en los días pares y en los impares, del pensamiento comenzaron a gotear lágrimas de ácido. Su mordaz recorrido tintineaba al chocar con un alma de cristal que acabó por romperse. Y así, ya más hueso que carne y más objeto que persona, acepté lo inaceptable. Me abandoné. Tal vez un abrazo en ese momento hubiera bastado para resurgir, sin embargo, el cariño no llegó o yo no supe reconocerlo. Pasaron las semanas mientras la mente devoraba a un corazón que olvidó quererse. Poco a poco, de tanto engullir ilusiones flacas, una bulimia de amor destrozó mi cuerpo y un delirio acabó con la razón.


Me desperté con el sonido de unas palpitaciones embravecidas. Desvalijada, sola, pero feliz. Aprendí a lamer mis heridas. Las absurdas ganas de reír por nada, la tranquilidad, el cariño, la curiosidad, aparecieron con cada lengüetazo. Nació el respeto, ahora me quería. Fue el inicio de un idilio conmigo misma que juré no volver a traicionar. A veces, cuando ya no hay nada más que perder, el dolor escarba en las entrañas y encuentra atisbos de una dilección que espera ser correspondida. Nunca es demasiado tarde para conmover y ser conmovido. El ser humano siempre tendrá la oportunidad de reinventarse mientras “des-amor” termine en amor y los finales sigan siendo el comienzo de algo nuevo.

No se hace buena literatura con buenas intenciones ni con buenos sentimientos...

Recurro a una cita de André Guide para abrir una nueva linea en este blog perdido....porque sinceramente no me importa ser una mala persona mientras escribo.... Aquí van algunas creaciones... demasiado alejadas del periodismo...y, sin embargo, tan cercanas a quien las escribe...