UN DIA…me gustaría que supieras que eres
especial. Lo eres. Lo eres por tus andares, por esa boca entreabierta que
anuncia la profundidad de un sueño, por tus dientes vestidos de novia dando el sí quiero a la risa floja. También
por esa mezcla de ceniza y nieve salpicada en tu pelo, y por tus ojos, sobre
todo por ellos, porque siempre me dieron la cordura justa y necesaria para
cometer locuras sin miedo. Gracias a tus ojos, corto y recorto los hilos que me
atan a lo terrenal y me siento libre.
Eres especial, como el tiempo cuando no es
tiempo sino momentos de placer, felicidad, pasión, sino vida. Créeme, eres
único. Lo eres porque la suma de tus imperfecciones son problemas resueltos, son
soluciones perfectas. Después, tras la superficie, debajo de toda esa piel nacida
solo para que la toquen, encuentro la calma, el oleaje del mar. Y allí, a mi
playa particular que es tu pecho, voy a encontrarme cuando no sé ni quién soy,
a escuchar los latidos de un corazón sin precio. Siento su bombardeo con prisa,
con mucho ritmo y es magnífico.
UNA
NOCHE… me gustaría decirte que tu simple existencia cambió para siempre la
complejidad de la mía. Ahora mi presente fluye como las bases de las canciones
que animan nuestras madrugadas de cine, sin película. Esas madrugadas bajo las
sábanas, de escenas de cama, abrazo y cigarro. Un día o una noche, sinceramente
no importa, escribiré que nuestro equilibrio es inimitable.