30/7/17

CONOCIDO DESCONOCIDO

Estás sentado en la terraza de cualquier bar, rodeado de personas, farolas, coches, tiendas, edificios, ruido, perros, niños, gritos y lo único que pone alegría a esta ciudad eres tú. Quieto en medio del caos miras el alboroto sofocante como quien observa una hoguera. No piensas en nada pero hasta la nada te pesa. Y yo, que estoy sentada en la terraza de ese mismo bar, rodeada de las mismas personas, farolas, coches, tiendas, edificios, ruido, perros, niños, gritos, lo único que me importa entre tanta tumulto es tu pensamiento. Solo lo que se cuece en tu cabeza, solo el alboroto de ideas volátiles que construyes y destruyes como las piezas del K´nex.

No parpadeo, bebo sin pestañear y esta cerveza helada me sabe a tus ojos de eclipse solar, oscuros, inquietantes, bordeados de vida y en ellos me recreo imaginando la desnudez plena de tu cuerpo, en tus brazos y en la temperatura que alcanzarían rodeándome. Pero quiero más, quiero oírte hablar, bailar con tus entonaciones fuertes, desconcertantes como una resaca en martes. Quiero pasear contigo por barrios desconocidos, ponerle nombre a las calles, mirar los ventanales ajenos de los edificios, pequeños, por donde la gente nos mira a nosotros mientras se marchitan sin luz como sus geranios. Decir hola a los parques y a los placeres pasajeros de turrón, decir adiós a los horarios y a las estaciones de metro. 

Se me acaba el cigarro y me quemo la piel de los dedos y de los labios al mismo tiempo pero es que estoy tan fresquita pensándote que ocurre casi sin darme cuenta. De repente, viene tu brisa de pomelo y a estas alturas creo que me gustas tanto ya de lejos que de cerca sería una locura. 

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